domingo, 16 de mayo de 2010

05 de mayo 010, miércoles.

Me tuve que levantar de madrugada, o de noche, como se le quiera decir al momento en que el cielo está negro y lleno de estrellas –más allá de que el reloj, tan arbitrario como siempre, marcara las 06 a.m. Para mí, de noche. Como una hora antes de que amaneciera. El mar, al aclararse, se fue separando del cielo.
Después de almorzar me recosté en el sillón del living –con Los Simpson- y dormí hasta que una mosca insolente decidió caminar por mi cara, impertérrita. No logré aplastarla. Ella logró que yo me desvelara. Abrí los ojos y me quedé hipnotizada con las imágenes de la TV. Estuve un rato mirando el final de una telenovela –creo que venezolana, por la forma de hablar- y otro rato mirando “Intrusos”. Todo el tiempo pensando en que perdía el tiempo de una forma estúpida, sin fuerzas para levantarme, pero solamente podía apretar el botón del control y cambiar de canal de vez en cuando. Ah, y al final miré una conductora de TV hispana de USA, una rubia que entrevistaba a otros hispanos. Todo muy tonto, pero no podía dejar de mirar. Estuve un buen rato formando parte de la masa mediática, seducida por las carcajadas psicóticas, por el chisme denigrante y soberbio. Cuando a través del zapping tropecé con un informativo logré desprenderme de la pantalla, con alivio.

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