martes, 12 de enero de 2010

11 de enero 010, lunes.

Desde hace un tiempo –no sé exactamente desde cuándo- en la esquina de mi casa duermen dos muchachos. No tienen muy mal aspecto, aunque empeora a medida que pasa el tiempo. El viernes pasado, cuando fui a la feria, vi caca humana contra una casa. De caca de perro está lleno, la gente es chancha, saca los perros a la calle y no es capaz de limpiar lo que ensucian, y hay que caminar mirando donde se pisa. No sé por qué la caca humana da más asco. No sé por qué hay cada vez más marginales andando por Montevideo.
Terrible calor, 30° en Montevideo. Traté de salir de casa lo menos posible, ya que mi casa es fresca en verano, como todas las casas del mismo estilo, de techos altos, ambientes grandes, pocas ventanas. Fresca, después que le dimos sombra a la claraboya, claro. Antes el patio de la claraboya era un horno. Y las habitaciones que daban al patio también.
A las 6 de la tarde nos fuimos a la playa con Andrea y los chiquilines. El agua estaba oscura, color tierra. Pero hacía tanto calor que igual nos bañamos.


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